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lunes, 3 de agosto de 2015

Hola, soy tu anestesista, y voy a cuidar de ti.



Hola, soy tu anestesista, y voy a cuidar de ti.

Probablemente es la primera vez que nos veamos, tanto si estás por una urgencia en quirófanos o si estás programado desde hace meses. Lo más probable es que el anestesista que te vio en la consulta no sea yo, sino uno de mis compañeros, que te hizo un montón de preguntas y te miró bien de arriba a abajo hasta que se aseguró de que sabía todo lo necesario para que podamos tratarte de la mejor forma y preveer todo lo que pueda pasar, para que tú, no tengas ningún problema. Y mi compañero, lo anotó todo, ordenada y minuciosamente para que yo, que te voy a ver ahora me lo haya estudiado antes de vernos.
Así que es la primera vez que nos vemos, pero yo ya te conozco. Se que una vez tuviste una faringitis que te dejó tocada la garganta, o que una vez te operaron del dedo meñique del pie. Sé que te tomas todos los días las pastillas de la tensión, o para la diabetes. Sé que te pone muy muy muy nervioso o nerviosa los espacios cerrados o que tienes insomnio. Se todas estas cosas porque mi trabajo es ni más ni menos, que cuidar de ti. Desde el momento en que entras en las salas verdes del palacio de los quirófanos hasta que te vuelves a tu habitación con los que te quieren. Somos tu família, durante el tiempo que estás en este país estéril, eres lo que más nos preocupa. Así que no tengas miedo.
Sé que estás asustado, o asustada. Tanto si es la primera vez que te operas de algo como si ya es la sexta vez que vienes por nuestra casa. 

También entiendo que pone los pelos de punta ver a tanta gente, gente que no conoces de nada, que todos van de verde, con pijamas enormes y esos gorros tan raros, gente que deja de ser persona, y se pone esas mascarillas de aliens o de malos de pel·lícula. No importa que tengas cuatro añitos o que tengas ochenta. Da miedo entrar a un quirófano. Da miedo pensar en todo lo que podría pasar. Todo lo que podría salir mal. ¿Y si sangro demasiado? ¿Y si no puedo respirar bien? ¿Y si no se me duermen las piernas y siento dolor en la operación? ¿Y si me despierto y no me puedo mover? Esos miedos, terrores nocturnos, de película de terror, son normales, son totalmente comprensibles. Pero tienes que confíar en que me he dedicado a preveer todas esas posibilidades para que tú puedas olvidarte de ellas. Mi trabajo eres tú. No es tu enfermedad. No es tu pierna rota. O tu corazón enfermo. No es tu apéndice. O tus cataratas. No me preocupa solo que te dejes de operar. Me preocupa que estés bien.


Quiero que sepas que voy a estar contigo. Desde que entres por la puerta, hasta que vuelvas a salir. Seguramente te voy a preguntar como te llamas en casa, y te voy a llamar igual, porque no eres un número, eres mi persona favorita en este momento, y quiero que te sientas como en tu lugar seguro. Tienes que saber que no solo voy a anestesiarte para que no sientas dolor, recuerda que puedes confiar en mí. Que si quieres llorar, puedes hacerlo. Si quieres que te de la mano, recuerda que no me voy a apartar de la cabecera de la camilla durante toda la operación. Puedo estar dándote la mano el tiempo que haga falta. Voy a preocuparme de que estés tranquilo o tranquila, de que no te duela la horrible, horrible, horrible (larga, e incómoda) postura de esas camillas de quirófano. Y voy a estar vigilando que todo vaya bien. Puedes preguntarme cómo va la operación. Y si estás dormido o dormida, cuando te despiertes puedes tener algo claro: Tu família del quirófano seguirá contigo.
Lo más importante es que sepas que no estás en un lugar extraño, rodeado de desconocidos. Estás en tu casa, la gente de aquí se esfuerza en trabajar por la gente que viene a vernos de visita. Y aunque no nos hayamos visto antes, puedes apostar a que no voy a olvidarme de ti en una temporada. Porque lo más importante para mí, lo que me hace feliz, es cuando sales de la operación y me dices: Estoy fenomenal! No me he enterado de nada!

Porque mi trabajo es ser invisible. Mi trabajo es que no se note que he estado trabajando como una loca durante varias horas para que todo esté bajo control. Porque me largo con el sufrimiento a entretenerlo y despistarlo para que te deje en paz mientras yo esté presente. Soy el caballero que protege la puerta de tu armario para que no salgan monstruos.



Hola, soy tu Anestesista, voy a estar contigo todo el rato, porque quiero cuidar de ti. Venga, sonríe, ¡que en un ratito, te vas a casa!

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